lunes, 26 de julio de 2010

He said he loved me all the time


Me llevé una cámara oculta a aquel recóndito lugar con fin de buscar respuesta a muchas de las preguntas que me hacía. Por ejemplo: ¿qué precio tiene el cariño? ¿Qué precio tiene el amor? ¿Cómo se paga el espacio? ¿Y el tiempo? ¿Qué precio tienen los besos? ¿Y los abrazos? ¿Y las caricias? Pero la más importante de todas: ¿estaba él cometiendo un delito? ¿Podría ser ella considerada su cómplice por saber que aquello estaba mal y no tomar cartas en el asunto? ¿Tendrían que pagar una condena a largo plazo por el daño causado? ¿O su historia pasaría al olvido sin tener ningún tipo de repercusión en sus vidas? Como diría él, “who knows”. Sin embargo, algo me decía que querían estar juntos, costara lo que costase. Lo notaba en el brillo de sus ojos, en la forma de mirarse, en las caricias que mutuamente se hacían, en las palabras que pronunciaban. Eran píldoras de cariño comprimido en un espacio de tiempo robado a traición. Puede que esté mal, de hecho, saben (sabemos) que está mal, pero… ¿qué culpa tienen ellos de quererse tanto?

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