lunes, 26 de julio de 2010

Tú, mi montaña rusa


El día que subí a aquella atracción no pensé sus consecuencias. Sólo veía en ella una montaña rusa de ojos azules que no paraba de sonreírme de una manera especial. Era esa manera de sonreír la que me empujó a subir. ¿Cómo iba yo a pensar que esos ojos tan bonitos me traerían un continuo dolor de cabeza? Resaca de buenos momentos, dicen. O de momentos no tan buenos… no hace mucho bajé de esa montaña rusa tras haber superado mi vértigo, mi miedo, curvas de todo tipo, turbulencias, caídas vertiginosas… y aquí estoy vomitando el corazón por la boca.
Podría mentir y decir que fue el mejor trayecto de mi vida. Pero no, mañana o cuando se me pase esta extraña resaca, me voy a otra atracción, aunque no tenga los ojos azules, aunque no me sonría de esa manera. Ya verás.

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