lunes, 26 de julio de 2010

Decisiones

Pude ver la vida como una especie de laberinto que hay que atravesar. En definitiva, vivir es eso, elegir un camino u otro e ir avanzando considerando tanto las oportunidades que se nos ofrece como las consecuencias que conlleva tomarlas o dejarlas pasar.
De errores se aprende, dicen. Siendo sincera, no conozco a ninguna persona que no haya hecho las cosas mal al menos una vez en su vida. Tomar decisiones implica correr ciertos riesgos y correr ciertos riesgos implica (a veces) equivocarse.
Sin embargo, un error nos aporta mucho más que el hecho de no habernos equivocado nunca. ¿Por qué? ¿Será que el precio a pagar uno de nuestros errores es menor que el arrepentimiento de no haberlo intentado nunca? ¿Será que las palabras “perdón” y “lo siento” se inventaron para contemplar esas equivocaciones? ¿Será que el hecho de ser humanos nos permite el lujo de “actuar mal” de vez en cuando?No lo sé. Mi corta edad no entiende mucho de errores a pesar de haber cometido ya un número bastante elevado de ellos. Lo que sí sabe, y con certeza además, es que arriesgar es ganar de una forma u otra, sea cual sea el resultado.Pensándolo bien, estoy corriendo el riesgo de quererte y perderte a la vez. Incompatibles, ¿eh? En un tiempo más o menos lejano puede ser que me arrepienta de una de las dos (¡¡o incluso de las dos!!) pero me imagino cómo me sentiría si hubiera dicho que no a todo esto. ¿Y sabes? Es algo que no se lo deseo a nadie.
Ahí lo dejo...

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